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Durante los años en los que la Residencia estuvo en activo, muchos estudiantes y colaboradores dejaron su huella en ella. Entre ellos, los más notables y que más años pasaron en La Residencia fueron: José Moreno Villa, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Pepín Bello y Luis Buñuel entre otros, pero quién más información nos ha dejado sobre su paso por La Residencia es Federico García Lorca.


Llegó a Madrid en la primavera de 1919 con 21 años recién cumplidos, y un par de semanas después escribe sobre su experiencia en La Residencia: “he oído cerca de mil conferencias... Me he aburrido tanto que al salir me he sentido cubierto por una leve ceniza casi a punto de convertirse en pimienta de irritación”. En este texto, Lorca nos deja claro que La Residencia no es un lugar tan idílico como lo pintamos, pero aun así, en la Residencia, Lorca no dedicaba su tiempo entero a estudiar, a escribir, y mucho menos a aburrirse mirando el techo. Él no quería que su vida estuviera únicamente destinada al arte. Por ello, en la Residencia escribía, leía, dibujaba, tocaba el piano, actuaba y hasta se disfrazaba, montando a veces con Dalí lo que hoy llamaríamos performances para el resto de residentes.

Decenas de años más tarde, mucho después de que Lorca muriera, dos de sus compañeros y profesores le dedican recuerdos. El primero, Alberto Jiménez Fraud, escribe en 1957:

 

...veo, sin embargo, claramente, la entrada en mi despacho de aquel joven moreno, de frente despejada, ojos soñadores y sonriente expresión, que venía a Madrid a solicitar su entrada en la Residencia. No recuerdo qué dificultades tendríamos ahora para conceder una nueva plaza, pero al ver al nuevo aspirante le consideré en el acto como miembro de nuestra Casa, que tanto se preciaba de saber seleccionar a sus colegiales. Siguió una larga conversación, que él y yo prolongamos con gusto. El resultado de la entrevista fueron los diez años de estancia de Federico en la Residencia: de 1918 a 1928.

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En este texto, Fraud no sólo alude a la perspicacia de Lorca, sino a cómo la Residencia tardó poco en ser un hogar para él, y en cómo a pesar de que las dos primeras semanas se aburriera en las conferencias, estuvo diez años en este nuevo hogar, dejando constancia de cómo su estancia fue placentera y crucial en su vida.

El segundo texto está escrito por otro de sus compañeros poetas, José Moreno Villa en 1944:

 

Creo que los años del veinte al veintisiete fueron los más interesantes en la Residencia. Fueron los años en que coincidieron allí García Lorca, Salvador Dalí, Emilio Prados, Luis Buñuel, Pepín Bello y otros espíritus juveniles llenos de ocurrencias. Federico [...] venía por temporadas, de un modo irregular. A veces se quedaba un año entero. No todos los estudiantes le querían. Algunos olfateaban su defecto y se alejaban de él. No obstante, cuando abría el piano y se ponía a cantar, todos perdían su fortaleza.

 

Villa nos deja constancia del interesante espíritu joven e imaginativo, libre y abierto de la Residencia en estos días. 


El caldo de cultivo, establecido mediante los contactos internacionales de primer orden que visitaban la casa como conferenciantes o profesores, sirvió para acelerar este espíritu creativo. Entre estos se encontraban, invitados por la Sociedad de Cursos y Conferencias y el Comité Hispano-inglés: Albert Einstein quien explicó La teoría de la Relatividad, la científica Marie Curie, Juan Ramón Jiménez o Rafael Alberti, el compositor Igor Stravinsky, el filósofo y premio Nobel Henri Bergson, Le Corbusier, padre de la arquitectura moderna, y Walter Gropius, creador de la Bauhaus alemana, el poeta Paul Valery…  quienes pasaron la antorcha de su saber al desarrollo de las mentes de una nueva e influyente nueva generación en España. 

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